Salud Mental

Roberto Lewis-Fernandez,1 Hans Rohlof,1 Pablo Farías,1 Mario Braakman,1 Sergio J. Villaseñor-Bayardo1

1 Comité ejecutivo de la Asociación Mundial de Psiquiatría. (WACP). https://waculturalpsy.org/

Desde que el virus del COVID-19 se manifestó en los últimos días del 2019 y los primeros meses de 2020, muchos países han tomado medidas tanto a nivel del gobierno nacional, estatal, o provincial o municipal para disminuir la diseminación de la infección entre sus pobladores.

En este momento es importante señalar que esas medidas y políticas han afectado de manera diferenciada tanto la salud mental, la salud física y el bienestar económico de las poblaciones vulnerables en el mundo.

  1. En los países occidentales, la investigación epidemiológica ha mostrado que las minorías raciales y étnicas han sido afectadas por una mayor carga de la enfermedad, alimentada por determinantes sociales adversos de salud y de salud mental moldeados por el racismo y la injusticia social. Las minorías no sólo sufren en mayor escala de la enfermedad del coronavirus, sino que también sufren de mayores impactos negativos de la pandemia y de los esfuerzos de mitigación incluyendo desempleo, pérdida de ingresos, inseguridad alimentaria y menor posibilidad de acceso al cuidado de la salud.
  2. En países de bajos y medios ingresos el impacto desproporcionado en los grupos vulnerables es aún más grave. Las medidas tomadas por los gobiernos han dejado a muchos millones de personas que trabajan en empleos con bajos salarios sin ningún ingreso. El financiamiento del estado frecuentemente es demasiado limitado para cubrir la brecha en ingresos y en la distribución de alimentos o para proveer equipo de protección a los trabajadores esenciales. Vemos que esto pasa en la India, en Africa y en América Latina por ejemplor en algunos casos, las políticas agresivas de estas medidas se han usado como parte de los esfuerzos para controlar a la población de bajos ingresos, incluso llegando a la violencia.
  3. Las medidas tomadas sin evidencia científica adecuada han aumentado las infecciones.
  4. Algunos ejemplos incluyen largas filas de gente buscando compensación financiera, reapertura prematura de economías regionales y de lugares de entretenimiento sin aplicar las pruebas necesarias ni contar con equipo de protección y el mal servicio de transporte público que causa que los trenes y autobuses vayan repletos.
  5. La salud mental frecuentemente es la última consideración en la planeación de los servicios de cuidados de la salud, y con la tensión adicional de brindar cuidados para los casos de COVIV-19, existe el riesgo de un financiamiento inadecuado para los cuidados de salud mental.

Es por esto que hacemos un llamado a todos los niveles de gobierno para enfrentar la salud mental y los impactos sociales de la pandemia:

  1. Que se apoyen en evidencias científicas para desarroyar respuestas a la pandemia. Algunas medidas pueden haber descuidado los efectos colaterales, especialmente la población vulnerable.
  2. Que se enfoquen en las poblaciónes más vulnerables, incluyendo a aquellos que viven en la pobreza y las que no cuentan con recursos para emprender esfuerzos de mitigación, diseñando políticas e intervenciones que cubran sus necesidades.
  3. Que sea una prioridad tener fondos para ayudar a la población más vulnerable, no sólo en su propio país sino también en todo el mundo. La pandemia está ampliando la brecha entre los ricos y los pobres no sólo en las sociedades sino también entre las naciones. Ha llegado el momento de tener una iniciativa mundial para movilizar los medios financieros para garantizar el apoyo económico básico para todos, ya sea mediante políticas fiscales o por medio de organizaciones internacionales.
  4. Que se enfrenten los problemas de salud mental provocados por la pandemia, tanto a través de la pérdida de vidas como por los efectos del confinamiento prolongado o de la distancia social. Esto incluye esfuerzos para promover el apoyo social. Los impactos del duelo y de las pérdidas frecuentemente parecen invisibles debido a los efectos del encierro y a otras restricciones sobre los rituales funerarios pero pueden tener un impacto a largo plazo sobre la salud mental.